En Tumaco todos los semáforos

están en rojo.

Nadie mira para cruzar ni para dejar de andar. Todos se

miran las manos como quien quiere

hacer llover.

En algún lugar, las conchas encuentran

un muerto boca arriba.

Se llama hogar.

Nury no deja de cantar ni

con la boca llena ni con

las manos amarradas ni

coqueteando. Sabe que Silvia ya no es

más una persona sola.

Ahora cuenta con vidas, lanza amores

y teje miradas que sueñan como

quien quiere agarrar el mundo

en un caracol. Como

quien hace un encocado

sin invitados, y como quien respira

bajo el agua.