I  

Apacibles las múltiples fuerzas.

Rayos ultravioletas, 

filamentos, sabores cálidos,

magma del vientre materno.

Nació niño de cuerpo y niña en el 

revolotear,

bendecida.

Del Jamundí agridulce viajó al 

Chairá, casa del Jaguar. 

Así alumbra una estrella danzarina. 

Nunca suficiente diversidad 

para la insaciable Vida.   

Inesperada, baila y fluye  

milagrosa Edien. 

II 

Me quemé la mano cuando tenía 5 años, 

no fui al colegio hasta los 7 para tomar fuerzas 

y ser quien soy 

ante los ojos del monstruo

que me esperaba fuera de los brazos 

de Carmelina, mi confianza.

III  

A la vera del Caguán,

la Amazonía cultiva anófeles chuponas,

 ejércitos explosivos, algarrobos en extinción.  

La hoja sagrada da agallas, a Edien

 su Madre, la maestra Troncha Toro. 

 “Hay que aprender a vivir con todo eso, 

donde uno vaya hay problemas”, nos decíamos, 

así que nadie se meta conmigo

a burlarse, a amedrentarme.

Soporto la Vida tal cual es. 

IV

El Edén en este mundo es saber bailar. 

Escapó a lo fósil, a la ley de gravedad, 

vuelo sin rastro. Bambuquear 

                               salva Vidas.

Venga, sí, manecitas rosaditas, 

te pinto bonito en esas uñas

el cielo que es de todos,

y en la mejilla, a tu estrella danzarina     

que Edien, todo lo embellece.  

V  

Esconder una estrella es facilito,

ellas mismas lo hacen. 

 Edien encerrada de día, de noche brillaba.

“Chino, mire que si no se ajuicia ellos 

le dan caldo de pistola, así son de cariñosos”.

“Venga, quédese en la casa, no salga”.

“Mire que con esa gente no se puede jugar, esa gente 

es muy tremenda”.  

        “Eso se le quita”.  

Voces de ángeles 

temerosos de la luz.   

  

VI

El pueblo vota por la estrella que

trae un pedazo del arcoíris.

Ella nos representa. 

Como en el cuento, como he sido tan popular

pues todo el mundo me decía “usted 

pasa, porque usted tiene mucha gente”.

Edien, atención, transitas por el filo,

me dije

y preferí resistir a los aplausos.

Lo que es pensar bien con los pies. 

 VII 

La paso como Don Domingo errante, comiendo 

yuca y plátano, allá en la parcela. 

El trabajo no abunda, yo les digo, es duro,

difícil, todo ese maltrato por el rechazo y las 

personas que ya no están con una. 

Pasa, el dolor pasa, ¡siempre pasa!

 Sí, ¡no temas! Al nacer llegó la í,

ahí viene la i, ahí viene la i,  

de libertad, de valiente, de caliente y 

se coló en el Edén.   

Nada me ha pasado en la Vida, 

todo para mí ha sido felicidad.

Aquí en el Caquetá he vivido los momentos 

más lindos de la vida.

VIII                   

Que no acabe el cantar 

de Edien a la Vida como ella es 

que abre refugios a 

las estrellas danzarinas.     

Me dicen Madre, me dicen Abuela,

yo digo: que se acabe la violencia

que no se sienta cabeza 

inmerso en el  devenir.