Escrito por: Jhonny Jiménez
Jimy se corta el pelo.
Por primera vez, lo tiene a ras
y ya no le da hasta la cintura.
Cuando barre los mechones,
no voltea a verlos.
Tiene la piel morena
por el sol del Caquetá,
luego de largas horas
ordeñando vacas
o picando caña.
Antes de salir del pueblo,
hace cuentas para la vacuna.
Los billetes, uno sobre otro.
Sus últimas monedas:
dos columnas irregulares.
Voy pa’ Solita, aquí está la plata.
En este pueblo no hay nada.
Jimy se quita la cachucha
y acaricia su pelo
recién cortado. En el borde
del río, dos chalupas se menean.
Jimy camina rápido hacia una de ellas.
Hace años, Caquetá estaba
más caliente. Caliente como caldera.
Al bajar por el río, las balas
cortaban el silencio y Jimy
detenía su respiración
para hacerse invisible.
Bajar es lo peor.
Hoy Jimy va a ver a su mamá.
Antes de salir escogió
una camiseta ancha
y una bermuda negra
sin encajes. Nunca encaje.
Allá la casa queda lejos.
Aunque se sepa de memoria
el camino, el cansancio siempre
es nuevo. Cuando pasa, alguien
dice ahí va la niña Victoria.
Que ya no es niña, mamá.
Se llama Jimy. Como tu llamarte
Lucrecia o yo Carlos. Como Jimy
saber el nombre de todos los bailes.
Jimy trabaja en un hogar
de adultos mayores. Trabaja con
la experiencia y la música
lo hace mover la cadera.
Despacito, mi señora, no hay afán.
Sienta la música. Esto es un bambuco,
lo de antes, sí, un mapalé.
Un hombre y una mujer
con pistolas y fusiles llamaron
a la puerta. Jimy sintió
que su corazón desaparecía.
Ahora, años después,
Jimy golpea la misma puerta. ¿Quién?
Mamá, ábrame. Soy yo.
Hace doce años, Jimy se escondía:
¿De dónde es la muchacha que llegó
hace tres días?, dice el hombre. ¿Cómo se llama?
¿Es su hija? En medio de su respiración invisible
él sabe que si preguntan, es porque ya saben.
Y sus palabras van al ritmo que acarician
sus fusiles. Bajar es lo peor.
Yo necesito que esa muchacha usted
la envíe a su pueblo. Que se vaya. Ella
es lesbiana y no queremos personas
acá lesbianas.
Jimy lo había perdido todo.
Lo expulsaron esa misma noche,
lo llevaron hasta Solita
para que fuera río arriba.
Como si saliera de la caldera,
los pies quemaban con cada paso.
Bajar es lo peor.
Atravesar la selva
para subir. Atravesar los
ojos de mire quién viene ahí.
Atravesar el río. Subir.
Llegar mano sobre mano.
Me lo quitaron todo,
las tierras, abuela. Ya no son mías.
Toda esa yuca, todo ese plátano.